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LAS “CARACOLAS� EN LA ENSEÑANZA PÚBLICA: UNA CARTA A BLANCA ALC�NTARA. Uno de mis recuerdos infantiles se sitúa allá por el año 1980, en el Colegio Público Elio Antonio de Nebrija. Es un recuerdo cálido, del que tengo pocos datos, y es una sensación de afecto. Recuerdo estar en uno de los “portátiles� del colegio; a los niños más pequeños, de 1º y 2º de EGB nos destinaban a aulas prefabricadas o caracolas (nosotros les llamábamos “portátiles�). En aquellos años del baby boom los infantes éramos multitud en la barriada jerezana de La Granja. Recuerdo que durante un tiempo, creo que sustituyendo a otra maestra, tuve de profesora a la “señorita Blanca� una mujer muy joven, morena, que afectuosamente me subía a su regazo para darme besos y hacerme reír. Con el tiempo supe que esa “señorita� es la actual Delegada Provincial de Educación, una persona importante que recientemente ha negado en la prensa que haya demasiadas aulas prefabricadas en la enseñanza pública. Treinta años después trabajo como profesor técnico de Formación Profesional en un instituto. La enseñanza pública, pese a sus deficiencia en muchos aspectos, me facilitó una capacitación que supe aprovechar, y hoy en día me hallo implicado como profesional en este sistema educativo en que empecé como estudiante. Un sistema educativo que si pretende ser de calidad y responder a las necesidades de la gente con menos recursos debe facilitar los medios materiales para ello. Imparto clases en el ciclo superior de Educación Infantil (FP) desde hace tres cursos, en el IES Asta Regia. En una zona donde la educación compensatoria es fundamental, la administración educativa apostó por implantar ciclos formativos de calidad, en una encomiable opción por lo público. Pero, 30 años después de los “portátiles� del Colegio Antonio de Nebrija me encuentro con la misma situación del pasado: doy clases prácticas en un Aula – Taller situada en una caracola de 43 metros cuadrados, a un grupo – clase de 29 alumnos/as. Según la legislación de la misma Junta de Andalucía, ese Aula – Taller debería medir 90 metros cuadrados. En ese aula prefabricada de 43 metros debemos apretarnos 30 personas con sillas y mesas, juguetes, triciclos, pizarras magnéticas, un teatro de marionetas, cunas, cambiadores, muñecos, etc. No podemos desplegar el suelo de de corcho que envió la Consejería en la dotación del ciclo, ni instalar los estupendos focos para la escenografía de nuestro teatrillo infantil, porque carecemos de espacio suficiente para ello. Parece que la vida da muchas vueltas, y a esa “señorita Blanca� que en 1980 me daba clases en un aula prefabricada le parece hoy natural que en la enseñanza pública sigamos improvisando los espacios educativos en habitaciones de plástico frías y pequeñas. Como en el cine, un “flashback� me lleva al pasado de los años 80 en mi barrio, en que tuvimos que hacer muchas movilizaciones para conseguir que las autoridades desecharan los “portátiles� y nos pasaran a edificios en buenas condiciones. Muchos niños tuvimos nuestra primera lección de participación democrática reivindicando con las AMPAS que en los colegios públicos no fuera todo provisionalidad y precariedad. Menos mal que la Delegada Provincial de Educación afirma que lo de las prefabricadas “es una solución provisional para resolver problemas de escolarización mientras se construyen las nuevas infraestructuras�. Según datos de inicios del curso pasado, en Andalucía hay 359 aulas prefabricadas (El País, 25/10/2010), aspecto que es motivo de quejas frecuentes al Defensor del Pueblo Andaluz. A esto podemos añadir el eterno problema de la ratio en las distintas etapas. Según la propia Consejería de Educación, un total de 307 institutos de Secundaria superan la ratio de 30 alumnos/as por aula establecida por la LOE (El Mundo, 25 de Abril de 2010). Para el próximo curso 2011-2012 se siguen no sólo manteniendo, sino ampliando las prefabricadas. En Jerez, por ejemplo, en el IES Fernando Quiñones. El plan Mejor escuela, de inversiones en nuevos edificios escolares, lleva paralizado (de facto) un año por la crisis, que ha afectado al presupuesto de la Consejería. ¿Tendremos caracolas para rato?, ¿seguiremos apretados, precarios y provisionales otros tantos años de enseñanza pública?. Sin acritud hacia Blanca Alcántara, de la que guardo un recuerdo afectuoso, pero con el corazón en la mano: ¿realmente cree usted que no se abusa de las caracolas?, ¿no ve usted cómo la Consejería de Educación se reitera en la improvisación y lo “cutre� en la enseñanza pública?. He hecho una foto a los títeres de mi Aula – Taller del ciclo de Infantil. Los títeres me miran sonrientes, apretados desde el baúl donde duermen. Me miran preguntándome por los problemas de espacio que ellos también padecen, como una metáfora del hacinamiento que históricamente han sufrido las clases populares, en la enseñanza, en la vivienda, en la vida… Al final de curso, he cerrado el baúl de los títeres, soñando con que el curso próximo mis marionetas vean la luz en un espacio más amplio y digno. Invitaré a la señorita Blanca a mi fiesta de títeres. Francisco José Cuevas Noa