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-¿Cómo hay que hablar del fenómeno de la inmigración? -Yo enfoco el tema desde aspectos multidimensionales porque no solamente hay que analizar lo relacionado con la seguridad. Tienen que encontrarse las razones, buscar las causas y no sólo las consecuencias, que es lo que ha hecho hasta ahora Europa. Pero para que esto sea posible, tiene que haber consenso entre los países que reciben a los inmigrantes. Me han sorprendido las declaraciones del Comisario Europeo de Interior. La opinión es seguir con el tema de la seguridad, invertir en sistemas electrónicos, satélites y refuerzo de controles entre España y �frica. La idea es siempre rechazar, frenar. -Y no por eso ha disminuido el número... -Al contrario, el número de inmigrantes ha aumentado. En 2001 no había tanta vigilancia y llegaban menos de los que llegan ahora a las costas españolas, además, están cambiando la ruta y llegan a Granada. No es un problema de los países de acogida sino un problema global. Tengo una imagen muy clara de lo que es la inmigración, es como si a alguien se le quemara la casa y para salvarse, tuviera que saltar al jardín del vecino. -La inmigración no es un fenómeno nada nuevo... -En absoluto. Es importante que las nuevas generaciones sepan que España es un país de emigrantes. Además, hay que recordar que la inmigración siempre ha generado riqueza. De hecho, un país que acoge gasta un tercio en un inmigrante y recibe más, dos tercios, y el país de origen también gana. -Últimamente se habla mucho de que se ha creado cierto efecto llamada. -España hizo muy bien en regularizar a los inmigrantes. Un país como éste necesita 300.000 trabajadores y apenas llega a la mitad. Además, creo que hay que destacar, porque no todo el mundo lo sabe, que el 95% de los inmigrantes entra a España por el aeropuerto de Barajas y por los Pirineos, mientras que sólo el 5% lo hace por mar.